Ovaciones, aplausos, condescendencia,
el paquete completo
¿Quién trisaría este momento?
Sólo un desquiciado sin remordimientos.
Sacos de experiencia,
innumerables pastores,
gente de la audiencia.
¿Qué les debo?
Si la realidad está al cruzar la puerta.
Si el conocimiento esta a mi disposición.
Si la fuerza de voluntad ha sido mía desde que nací.
Si no son los únicos seres con razón.
Si su respuesta es “nuestro tiempo”,
Me veo incapaz de entenderlo.
¿Están aquí por qué así lo eligieron
o les apuntaron con una pistola para ocupar estos asientos?
Cada segundo, cien poemas.
Uno pasable, noventa y nueve verborreas.
Todos debidos a esto.
¿Les debo eso?
No me enorgullece ninguno de los cien.
Los hice por necesidad, no por placer.
Las alternativas eran la metástasis o la extirpación.
Elegí la segunda; mientras más cruda, mejor.
Y es que ¿Qué cosa buena puedes esperar
de un gavilán con las alas atadas?
¿Qué camine feliz?
¿Una reverencia o algo así?
La recompensa por mostrar mi “valía”:
más deberes y responsabilidades,
un corral de ovejas más grande,
cadenas más brillantes.
Hoy sé cómo adaptarme,
en parte, gracias a ustedes,
fueron uno de los innumerables contextos,
ese crédito les pertenece.
Aunque el contexto pudo ser cualquiera,
las calles, las madrigueras,
donde hubiese más gente o animales,
yo qué sé, son iguales.
Yo no debo nada y ustedes tampoco.
Tomen este regalo como algo informal.
¿Qué más pueden hacer, después de todo?
¿Hablar de mí cuando ya no este acá?
Si prestaron atención, bien por ustedes.
No me den las gracias si no quieren,
pero si insisten, las acepto feliz.
Después de todo,
la honestidad y el buen gusto,
son raras hoy y aquí.
Un aviso. No me confundan a mí, el autor, con el hablante lirico de estos poemas. Yo soy el hombre MÁS humilde del mundo.
-Leonardo Guerrero
Injurias de un Arrogante.