El mejor actor de la historia,
ni él sabe su nombre.
Sin importar donde esté,
encaja.
Llave maestra.
Mira al espejo, sonríe.
Le sonríe al extraño que está frente suyo.
Es un acto reflejo.
Todos lo quieren,
ayer alguien le dijo que lo amaba.
La inercia respondió por él.
Él sólo observaba.
Cuando él descanse, finalmente,
muchos llorarán en nombre
de Dios sabe cuántos personajes.
Mientras, en su nombre.
¿A quién le importa su nombre?
Un aviso. No me confundan a mí, el autor, con el hablante lirico de estos poemas. Yo soy el hombre MÁS humilde del mundo.
-Leonardo Guerrero
Injurias de un Arrogante.
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