Eres la babosa reptante que deja
su mocoso rastro para seducir
a los desgraciados que utilizaras en tus juegos.
A los niños que formarán tu autocompasiva ronda.
Eres el puente entre estos personajes:
El abusador en la caza de gente a quien cagar.
El santo en busca de leprosos que sanar.
La arista unificadora de este triángulo sagrado, eso eres.
Ansioso, buscas la desdicha
para exhibirla cual trofeo,
atrayendo a los inocentes,
a los títeres,
a los actores de la película cuya dirección te pertenece.
¿Quién se atrevería a señalarte, después de todo?
Muy débil para atacar o defenderte.
Muy frágil para ser dejado a su suerte.
No vales nada; no eres nadie.
Escurridizo, rastrero.
Nadie está debajo de ti,
más patética de las miserias.
Eres inalcanzable.
Un aviso. No me confundan a mí, el autor, con el hablante lirico de estos poemas. Yo soy el hombre MÁS humilde del mundo.
-Leonardo Guerrero
Injurias de un Arrogante.