¿Quiénes se creen que son?
Lo pregunto en serio.
Muchos de mis colegas quieren conquistarlos.
Viajarían miles de kilómetros,
a países lejanos y crueles,
por unos minutos
de su esquiva atención.
La mayoría de ellos,
desesperados por las dichosas miradas,
paren a sus obras.
Las nutren; las crían.
Las maquillan, exhiben y venden, en las calles y metros,
a lo que sea su voluntad.
Y, lo más triste,
la mayoría de estos aspirantes a hit del verano,
ya sea por los genes de su progenitor, el autor,
o la crianza del mismo,
no logran encantar a nadie.
Ni sacrificando toda huella de dignidad
consiguen su objetivo:
Otros anodinos 15 minutos de fama,
seguidos por una eternidad de olvido.
¿Qué padre responsable le haría esto a sus hijitas?
Más encima, por ustedes,
conquistadores de una noche
sin un ápice de vergüenza.
Mis niñas no serán esas solteronas,
sentadas en un bar con cara de nada.
Ansiosas por el próximo desgraciado que las utilizará
y se ira sin decir, por último, un escueto “chao”
Tal vez mis flores se marchiten sin ser apreciadas,
pero ahí estarán,
con semblante estoico,
esperando el cariño
que ellas se merecen.
Un aviso.
No me confundan a mí, el autor, con el hablante lirico de estos poemas. Yo soy el hombre MÁS humilde del mundo.
-Leonardo Guerrero
Injurias de un Arrogante.
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